El interior y el extrerior. El día y la noche; nada que ver uno con otro, pero indispensables para coexistir. Aunque no tanto en este caso, pero es más o menos así como pasa conmigo.
Lo voy a ver muchas veces, como ya lo he visto pasar. Lo voy a ver y voy a parecer inmutable. Mi mejor cara de piedra, mi mejor cara de desinterés.
Todo va a pasar dentro. Te voy a ver y van a volar mariposas sobre flores y bla bla bla, lo que suele pasar cuando te veo. Te voy a ver y todo va a ser tan lindo, tan colorido, tan genialmente hermoso... lástima que no pueda expresártelo.
Despelote hormonal y otras catástrofes
Iara dice; Iara piensa...
6 de noviembre de 2013
25 de agosto de 2013
4 de agosto de 2013
Te escribo aunque no leas, te hablo aunque no escuches, aunque no lo veas... aunque no lo sientas.
A vos, a aquel, al de más allá, a ese que fue, al que no fue, al que va a venir.
Cada tanto te recuerdo, recorriendo las memorias te veo ahí. Te escucho, te veo llegar e irte muchas veces. A veces te construyo de malos momentos, y a veces sólo quiero quedarme con lo bueno.
Cierro los ojos y vuelvo a esos tiempos, a las corridas, a las horas de paisajes, a las canciones y me pasa que extraño hasta esa tristeza que sentía, aunque no es extrañarla precisamente...
Es recorrer las calles, respirar ese aire tibio y sentir el sol del verano que me pegaba en la espalda. Vivía adormecida por tantas sensaciones que hoy me pongo a pensar y me sorprendo. El tiempo pasó, pero me acuerdo tantas cosas que parece ayer cuando te decía que nos íbamos a volver a ver.
No sé cómo fue que pasaron las demás situaciones, pero que hicieron que se borrara de a poco, y, a la vez con rapidez todo lo que una vez construí.
Te reconocería entre miles, y a la vez no sabría con certeza qué te hizo tan distinto, y tan irreconocible. Tuve que perder la vista en otro paisaje, hundirme en otra tierra y ver si podía nacer de nuevo.
Quedaste en mí como una cicatriz que aunque no duele me recuerda que alguna vez pudiste haber sido, pero no.
Ya no voy a cuestionar lo que fue, ya no voy a indagar el por qué ni el final... pero dejaste cierto vacío. El hielo que me pobló después hoy es dueño de un invierno ajeno, tan ajeno que es mío también.
Me haces detenerme en la última vez que te vi, aquella en la que ya no querías volver a verme, y la misma en la que esperé volver a verte. Te diste media vuelta, y te alejaste. Te escondiste entre la gente y no volví a saber más nada; nunca sospeché que era la última vez que nos íbamos a encontrar.
Atravecé mil cosas para alcanzarte, me desvelé noches enteras para buscarte, pero tan rápido como pudiste te borraste. No importa dónde quedó lo que hice, lo que insistí. Tampoco importa...
Estaba atrapada en una caída libre sin posibilidad de nada, sólo de esperar el golpe contra el suelo. Fui a contratiempo, en definitiva, a darme la cabeza contra una pared.
¿Cómo pudiste dormir tranquilo? No creo que carezcas de humanidad. ¿Cómo pudiste seguir con la conciencia limpia después de destrozar el mundo de alguien más, mundo que ayudaste a contruir? Es cierto que dicen que quien inventa a las bestias debe poder derrotarlas luego. Pero no era una bestia, era una mezcla de mis sueños con tus mentiras.
A vos, sí, a vos, al que pudo ser, al que no dudó en desaparecer... buena suerte y hasta siempre.
A vos, a aquel, al de más allá, a ese que fue, al que no fue, al que va a venir.
Cada tanto te recuerdo, recorriendo las memorias te veo ahí. Te escucho, te veo llegar e irte muchas veces. A veces te construyo de malos momentos, y a veces sólo quiero quedarme con lo bueno.
Cierro los ojos y vuelvo a esos tiempos, a las corridas, a las horas de paisajes, a las canciones y me pasa que extraño hasta esa tristeza que sentía, aunque no es extrañarla precisamente...
Es recorrer las calles, respirar ese aire tibio y sentir el sol del verano que me pegaba en la espalda. Vivía adormecida por tantas sensaciones que hoy me pongo a pensar y me sorprendo. El tiempo pasó, pero me acuerdo tantas cosas que parece ayer cuando te decía que nos íbamos a volver a ver.
No sé cómo fue que pasaron las demás situaciones, pero que hicieron que se borrara de a poco, y, a la vez con rapidez todo lo que una vez construí.
Te reconocería entre miles, y a la vez no sabría con certeza qué te hizo tan distinto, y tan irreconocible. Tuve que perder la vista en otro paisaje, hundirme en otra tierra y ver si podía nacer de nuevo.
Quedaste en mí como una cicatriz que aunque no duele me recuerda que alguna vez pudiste haber sido, pero no.
Ya no voy a cuestionar lo que fue, ya no voy a indagar el por qué ni el final... pero dejaste cierto vacío. El hielo que me pobló después hoy es dueño de un invierno ajeno, tan ajeno que es mío también.
Me haces detenerme en la última vez que te vi, aquella en la que ya no querías volver a verme, y la misma en la que esperé volver a verte. Te diste media vuelta, y te alejaste. Te escondiste entre la gente y no volví a saber más nada; nunca sospeché que era la última vez que nos íbamos a encontrar.
Atravecé mil cosas para alcanzarte, me desvelé noches enteras para buscarte, pero tan rápido como pudiste te borraste. No importa dónde quedó lo que hice, lo que insistí. Tampoco importa...
Estaba atrapada en una caída libre sin posibilidad de nada, sólo de esperar el golpe contra el suelo. Fui a contratiempo, en definitiva, a darme la cabeza contra una pared.
¿Cómo pudiste dormir tranquilo? No creo que carezcas de humanidad. ¿Cómo pudiste seguir con la conciencia limpia después de destrozar el mundo de alguien más, mundo que ayudaste a contruir? Es cierto que dicen que quien inventa a las bestias debe poder derrotarlas luego. Pero no era una bestia, era una mezcla de mis sueños con tus mentiras.
A vos, sí, a vos, al que pudo ser, al que no dudó en desaparecer... buena suerte y hasta siempre.
7 de junio de 2013
Y sí, tendría que dejar de perseguir eso que llamo "sueño". Debería intentar entender que no puedo obligar o forzar algo cuando no es el momento. Pero no quiero abandonar. Tendría que dejar que las cosas tomen su curso natural sin esperar gran cosa del otro lado. Porque hay circunstancias en las que no puedo tomar el control, ni hacer nada por mi cuenta para encaminarlas. Porque no siempre gana el que arriesga; a veces sólo sirve para golpearse la cabeza y poder caer en la cuenta de lo que es o fue una mala decisión. Mayormente resulta así. Esta vez no puedo manejarlo, simplemente no depende de mí y eso me molesta. Si al menos pudiera hacer algo, lo que sea para poder cambiar el panorama lo haría sin dudar, pero corro el riesgo de perderlo todo en un segundo. Ninguna de mis palabras podría subsanar el "daño" o error". Estoy atada de pies y manos y sin posibilidad de hablar. Odio esta situación, pero me vi mil veces envuelta en la misma. No quiero recurrir al silencio y "matar" todo esto es por un miedo, pero no es sólo un miedo lo que tengo. Es la posibilidad misma de hacer peligrar algo tan lindo como lo que tenía. No puedo, no quiero. Y si debo... no lo sé, y creo que no debo. De todas maneras no puedo perder TODO por esto. Lamentablemente siempre es así. No hay posibilidad alguna, pero no quiero dejarlo. Aunque haya sido poco me costó y lo respeto. No llegué hasta ahí por nada. Hoy por hoy todo parece tener que quedar en un sueño, una fantasía constante, pero nada más. Y no puedo imaginar que no podría ser verdad nunca. Si estoy en el lugar equivocado o no, tampoco... mucho menos me sirve esa frase que dice que no por nada las personas aparecen en la vida de uno. Esta vez no fue por nada, y fue por todo... por todo lo que no tenía que pasar. Apareció para demostrarme que puedo seguir soñando y pensando en cosas imposibles. Apareció para enseñarme lo que no puede pasar. Simplemente para dejarme ver más de lo mismo, de lo que vine viendo todo este tiempo, y de lo que ya no me quedan dudas. Quedó en mi mente, en los sueños, en todas las cosas que imaginé muchas veces, y que debí saber que no podía ser posible. Es así. No decidí revelarme porque podía dar un paso en falso y caer. Pero sin caer ya estoy cayendo. No lo quiero creer pero es la realidad otra vez.
9 de septiembre de 2012
Fueron muchas noches seguidas de soñar lo mismo, y casi de una manera muy insistente, porque en una misma noche fantaseaba con las mismas imágenes repetidas veces.
Fueron tantas que perdí la cuenta; lo único que recuerdo con seguridad es aquel que se aparecía frente a mí y sin decir nada decía todo.
Fueron sueños que estando despierta tenía, y que, dormida volvía a tener.
Me afloraba amor por todos los poros, timidez, alegría, plenitud, y hasta podría jurar que también me generaban cierta violencia; violencia que de alguna u otra manera disfrutaba bastante.
Lo vi pasar frente a mis ojos varias veces, y todas ellas tenían una respuesta buena, rara pero buena.
Me devolvía la mirada cada vez que lo miraba, y de vez en cuando me sonreía, aún ignorando la causa de la propia sonrisa.
Era lindo y aterrador. Sus ojos oscuros miraban a todos lados, pero cuando se detenían en los míos juro que parecían hablar demasiado con esa simple mirada... y sin decir nada podía entender las mil cosas que expresaban.
Lo cierto es que esas miradas no significan nada en esos ojos, sino en los míos.
Iba de un lado a otro, concentrado en lo que lo ocupaba, y cuando lo miraba me respondía tiernamente. Así duró un tiempo ese juego de idas y vueltas de miradas propias y ajenas.
Estaba yo mirando por la ventana, como si estuviera perdida, sin pensar en nada, dejándome llevar por la vista de toda la ciudad iluminada en una noche estrellada. Apareció. Se tensionaron todos mis músculos cuando escuché su voz... ESA VOZ... esa voz que podría reconocer siempre.
Lo miré, me miró, nos miramos. Hablamos. Era todo raro, confuso, algo peligroso, pero no podía dejar de lado ese momento.
Detrás de la puerta se escuchaban las voces de los que todavía estaban trabajando en sus tareas, y mi miedo a ser descubierta en medio de la oscuridad crecía más.
Me paralizó el terror, pero al mismo tiempo adoraba sentir ese terror. Sabía que podía ser riesgoso, pero era tan lindo correr el riesgo...
Me abrazó, y no fue un abrazo común. Tenía gusto a "te necesito".
El corazón se me aceleró, por el miedo, por la adrenalina, por el simple hecho de que me necesitara...
Lo abracé y no sé en qué momento nos besamos, pero así fue.
Otro momento glorioso a la luz de los cientos de edificios iluminados. Me sentí segura y contenida, pero no podía ignorar las voces de los que estaban alrededor. Nos iban a descubrir. Sabían que estábamos ausentes, pero no venían por nosotros. Había un dejo de complicidad en el aire.
Me miró por última vez y se alejó, continuando con su tarea, y simulando haber ido a buscar algo donde yo estaba.
Volví a mirar por la ventana y actué una suerte de diálogo telefónico cuando sentí los pasos de alguien que se acercaban.
-¡Iara, te estábamos buscando! Tu paciente ya llegó. Andá a lavarte las manos-
Nadie se percató de que no estábamos, o tal vez sí y no vinieron por mí hasta finalizada "mi tarea", que al fin y al cabo no era ni fue mi tarea.
Ahí fue cuando desperté. Un poco sonriente, un poco avergonzada, un poco furiosa.
Son esos sueños que se repiten durante noches seguidas, que pintan tu interior de cuerpo entero sin dejar lugar a dudas sobre lo que sentís por dentro. Son esos sueños lindos pero letales que reproducen tu fantasía y te hacen renunciar a ella en el mismo instante en el que abrís los ojos. Son jugarretas de la mente, cosas perdidas que creemos ignorar y todas las noches dicen "presente".
Fueron tantas que perdí la cuenta; lo único que recuerdo con seguridad es aquel que se aparecía frente a mí y sin decir nada decía todo.
Fueron sueños que estando despierta tenía, y que, dormida volvía a tener.
Me afloraba amor por todos los poros, timidez, alegría, plenitud, y hasta podría jurar que también me generaban cierta violencia; violencia que de alguna u otra manera disfrutaba bastante.
Lo vi pasar frente a mis ojos varias veces, y todas ellas tenían una respuesta buena, rara pero buena.
Me devolvía la mirada cada vez que lo miraba, y de vez en cuando me sonreía, aún ignorando la causa de la propia sonrisa.
Era lindo y aterrador. Sus ojos oscuros miraban a todos lados, pero cuando se detenían en los míos juro que parecían hablar demasiado con esa simple mirada... y sin decir nada podía entender las mil cosas que expresaban.
Lo cierto es que esas miradas no significan nada en esos ojos, sino en los míos.
Iba de un lado a otro, concentrado en lo que lo ocupaba, y cuando lo miraba me respondía tiernamente. Así duró un tiempo ese juego de idas y vueltas de miradas propias y ajenas.
Estaba yo mirando por la ventana, como si estuviera perdida, sin pensar en nada, dejándome llevar por la vista de toda la ciudad iluminada en una noche estrellada. Apareció. Se tensionaron todos mis músculos cuando escuché su voz... ESA VOZ... esa voz que podría reconocer siempre.
Lo miré, me miró, nos miramos. Hablamos. Era todo raro, confuso, algo peligroso, pero no podía dejar de lado ese momento.
Detrás de la puerta se escuchaban las voces de los que todavía estaban trabajando en sus tareas, y mi miedo a ser descubierta en medio de la oscuridad crecía más.
Me paralizó el terror, pero al mismo tiempo adoraba sentir ese terror. Sabía que podía ser riesgoso, pero era tan lindo correr el riesgo...
Me abrazó, y no fue un abrazo común. Tenía gusto a "te necesito".
El corazón se me aceleró, por el miedo, por la adrenalina, por el simple hecho de que me necesitara...
Lo abracé y no sé en qué momento nos besamos, pero así fue.
Otro momento glorioso a la luz de los cientos de edificios iluminados. Me sentí segura y contenida, pero no podía ignorar las voces de los que estaban alrededor. Nos iban a descubrir. Sabían que estábamos ausentes, pero no venían por nosotros. Había un dejo de complicidad en el aire.
Me miró por última vez y se alejó, continuando con su tarea, y simulando haber ido a buscar algo donde yo estaba.
Volví a mirar por la ventana y actué una suerte de diálogo telefónico cuando sentí los pasos de alguien que se acercaban.
-¡Iara, te estábamos buscando! Tu paciente ya llegó. Andá a lavarte las manos-
Nadie se percató de que no estábamos, o tal vez sí y no vinieron por mí hasta finalizada "mi tarea", que al fin y al cabo no era ni fue mi tarea.
Ahí fue cuando desperté. Un poco sonriente, un poco avergonzada, un poco furiosa.
Son esos sueños que se repiten durante noches seguidas, que pintan tu interior de cuerpo entero sin dejar lugar a dudas sobre lo que sentís por dentro. Son esos sueños lindos pero letales que reproducen tu fantasía y te hacen renunciar a ella en el mismo instante en el que abrís los ojos. Son jugarretas de la mente, cosas perdidas que creemos ignorar y todas las noches dicen "presente".
21 de agosto de 2012
Como si no fuera suficiente ya, sigue lloviendo. Copiosa e insistentemente sobre la ventana repican las gotas de una tormenta sufrida y tajante.
Las nubes grises van de un lado a otro bailando como si fuera su última danza, aún siendo que hace días vienen haciéndolo pretendiendo seguir por mucho tiempo más.
Afuera el viento golpea las ramas de los árboles, mueve algunas hojas caídas y hace estallar con más fuera la lluvia sobre el suelo.
Adentro el aire está enviciado, lleno, saturado de humo, polvo, soledad, olvido y tristeza. Aquí también llueve, tanto como afuera, dentro de esta habitación y dentro de mí.
Una gran tempestad de recuerdos y vivencias se agolpan bruscamente en todos los rincones de mi mente haciendo de mí un trapo viejo que sólo recuerda mientras se consume por dentro.
El vacío se apoderó de mí una vez más, y siento que voy cayendo al abismo sin poder evitarlo, sintiendo el viento en mi rostro.
Caigo y espero el impacto; caigo y espero el momento del golpe porque sé que es inminente, inevitablemente indiscutible.
Siento frío, desesperación. Su nombre se pronuncia solo, se me dibuja su cara, se me aparecen las miles de situaciones en las que nos hemos visto. Siento vergüenza.
¿Cómo no pude haberme dado cuenta?
El clima es despiadado aquí y allá, afuera y adentro. Una lágrima se dejó morir al borde de mis ojos. Así le siguieron tantas más.
Las horas no se pasan, la vida se pasa.
Es masoquismo recordar lo que creí la puerta al paraíso, cuando finalmente fue la entrada principal al mismo infierno. Y de ahi, una seguidilla de situaciones que me lo confirmarían.
Me mató su indiferencia, me mató su frialdad, me mató y me sigue matando que me haya subestimado.
El piano suena más triste que de costumbre, capaz porque a través de él pueda yo expresar lo que siento...
Suenan notas perdidas y lúgubres, y todas hablan de él, de lo hermoso y cruel que fue; de lo divino y diabólico que fue. Grita el silencio y ensordece más que mil palabras dichas a la vez.
Anochece y todo empeora. La oscuridad toma posesión; de la tristeza ni hablemos. Sangran las heridas al caer el sol, duelen y piden sanación. Difícilmente puedan cerrar.
Consigo visualizar por la ventana las nubes nocturnas y lluviosas, los relámpagos, oigo los truenos y los comparo con lo que siento dentro de mi alma.
Verlo burlándose una vez más de mi tristeza fue lo último que esperaba ver, y tan puntual como pudo se mostró sonriente frente a mí, mientras dejaba a su paso mi alma totalmente hecha pedazos.
No aguanté más y me eché a llorar, aún sin entender del todo la situación.
Volver a mi casa me fue complicado... envuelta en un mar de lágrimas y custodiada por la lluvia que seguía amenazante a cada paso que daba.
Recuerdo su imagen desenvuelta y libre de culpas y muero por dentro. Recuerdo su afán y su superioridad al verme tan desprotegida frente a él.
No sé cuando vuelva a despertar de esta maldita pesadilla...
Las nubes grises van de un lado a otro bailando como si fuera su última danza, aún siendo que hace días vienen haciéndolo pretendiendo seguir por mucho tiempo más.
Afuera el viento golpea las ramas de los árboles, mueve algunas hojas caídas y hace estallar con más fuera la lluvia sobre el suelo.
Adentro el aire está enviciado, lleno, saturado de humo, polvo, soledad, olvido y tristeza. Aquí también llueve, tanto como afuera, dentro de esta habitación y dentro de mí.
Una gran tempestad de recuerdos y vivencias se agolpan bruscamente en todos los rincones de mi mente haciendo de mí un trapo viejo que sólo recuerda mientras se consume por dentro.
El vacío se apoderó de mí una vez más, y siento que voy cayendo al abismo sin poder evitarlo, sintiendo el viento en mi rostro.
Caigo y espero el impacto; caigo y espero el momento del golpe porque sé que es inminente, inevitablemente indiscutible.
Siento frío, desesperación. Su nombre se pronuncia solo, se me dibuja su cara, se me aparecen las miles de situaciones en las que nos hemos visto. Siento vergüenza.
¿Cómo no pude haberme dado cuenta?
El clima es despiadado aquí y allá, afuera y adentro. Una lágrima se dejó morir al borde de mis ojos. Así le siguieron tantas más.
Las horas no se pasan, la vida se pasa.
Es masoquismo recordar lo que creí la puerta al paraíso, cuando finalmente fue la entrada principal al mismo infierno. Y de ahi, una seguidilla de situaciones que me lo confirmarían.
Me mató su indiferencia, me mató su frialdad, me mató y me sigue matando que me haya subestimado.
El piano suena más triste que de costumbre, capaz porque a través de él pueda yo expresar lo que siento...
Suenan notas perdidas y lúgubres, y todas hablan de él, de lo hermoso y cruel que fue; de lo divino y diabólico que fue. Grita el silencio y ensordece más que mil palabras dichas a la vez.
Anochece y todo empeora. La oscuridad toma posesión; de la tristeza ni hablemos. Sangran las heridas al caer el sol, duelen y piden sanación. Difícilmente puedan cerrar.
Consigo visualizar por la ventana las nubes nocturnas y lluviosas, los relámpagos, oigo los truenos y los comparo con lo que siento dentro de mi alma.
Verlo burlándose una vez más de mi tristeza fue lo último que esperaba ver, y tan puntual como pudo se mostró sonriente frente a mí, mientras dejaba a su paso mi alma totalmente hecha pedazos.
No aguanté más y me eché a llorar, aún sin entender del todo la situación.
Volver a mi casa me fue complicado... envuelta en un mar de lágrimas y custodiada por la lluvia que seguía amenazante a cada paso que daba.
Recuerdo su imagen desenvuelta y libre de culpas y muero por dentro. Recuerdo su afán y su superioridad al verme tan desprotegida frente a él.
No sé cuando vuelva a despertar de esta maldita pesadilla...
26 de mayo de 2012
A donde sea voy por verte sonreír, por verme junto a ti, por darte mi amor...
A donde sea voy para armarme de valor, poder sentir tu calor, hacerte parte de mí...
Tu amor puede más, me hace brillar, consigue de mí mi pura realidad...
Quiero tenerte conmigo, soñar despierta, quiero estar en tus brazos, y ser feliz...
Cómo te digo que significas más de lo que palabras escritas pueden expresar?
A donde sea voy para armarme de valor, poder sentir tu calor, hacerte parte de mí...
Tu amor puede más, me hace brillar, consigue de mí mi pura realidad...
Quiero tenerte conmigo, soñar despierta, quiero estar en tus brazos, y ser feliz...
Cómo te digo que significas más de lo que palabras escritas pueden expresar?
Cómo hago para que entiendas que sin ti no soy nadie más?
Es difícil pensar y esto no se piensa, es complicado sentir y no poderlo demostrar...
Esto no es un juego y va de verdad, hace tiempo que dejaste de ser "uno más".
Esto no es un juego y va de verdad, hace tiempo que dejaste de ser "uno más".
La distancia me golpea, y me hace flaquear, el tiempo corre y me hace llorar,
mas las lágrimas que se caen intentan comunicar, que por más difícil que sea no quiero dejar de amar.
Estoy perdida entre tantos pensamientos y me cuesta aceptar
Que cada día te hacés más necesario, que no te dejo de soñar...
Con el paso del tiempo lo voy asegurando un poco más
Aunque seas inalcanzable pienso pelearla hasta el final...
Soporto lo que fuera por verte aparecer
Que cada día te hacés más necesario, que no te dejo de soñar...
Con el paso del tiempo lo voy asegurando un poco más
Aunque seas inalcanzable pienso pelearla hasta el final...
Soporto lo que fuera por verte aparecer
Felicidad es a tu lado y sólo contigo quiero serNo me dejes caer... no me dejes caer.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)