Soy conciente de lo que está ocurriendo, y me encuentro en la realidad chata y gris que me rodea, lejos de ser la que figuraba en promesas vacías y absurdas.
A lo lejos creí escuchar las 'voces' de lo ajeno. Creí estar entendiendo el mensaje que hoy ya no tiene un sentido concreto.
Desdibujé la mirada, y desgarré mi propio sentido conmún, tal vez para no ser víctima del derrumbe anímico al que estaba destinada obligatoriamente después del temblor.
Comencé a andar, ahora segura de que no hay mejora inmediata en la herida de un alma que hoy por hoy ya no duele.
La mente se transformó en viento, y corre con la velocidad del torbellino mismo de pensamientos que me atormentaron días atrás.
No soy aquella que sueña en las nubes de la felicidad misma, entremezclada con algo de nostalgia y hasta miedo. Bastaron las palabras vacías y pesadas que me hicieron descender.
Y él, tal y como lo imaginé, esfumando todos mis sentidos, haciéndome perder el control.
Vanamente intento recrear mis sentimientos; justamente es ahora cuando pierden coherencia.
¿Vendrán por mí, para sacarme de este universo semi paralelo?
Miro, y creo no ver ciertas cosas, de las cuales no puedo quejarme. Siento que hay una cierta complicidad entre los que me rodean. Siento que algo ocultan.
¡Qué más da!
La sonrisa engañosa se vuelve a pintar en el rostro blanco y sin expresión genuina.
Otro día comienza, y si de engañar a los demás se trata... "Sí, me siento genial y soy extremadamente feliz".