
Vacía, como si estuviera hecha de la nada misma... Vacía, y tan liviana que voy a donde me lleve la brisa.
Vacía, como los sueños que se rompen, como el alma después de amar con la vida, como los árboles cuando viene el otoño.
Vacía y muriendo... porque la espera me agota, la indecisión me desintegra hasta hacer de mí pequeñas partículas de nada.
Vacía, como la mente de alguien que se fue, vacía como los espejos que no tiene qué reflejar, vacía como la mayoría de las promesas que se derrumbaron.
Vacía, y tan vacía que ni todo el universo podría llenar ese vacío que hay en mí.
Vacía, muriendo y aún esperando... ¿Cuándo va a terminar todo esto?
El reloj mueve sus agujas y no parece correr el tiempo... Mi cuerpo se va debilitando, mi alma se va diluyendo con los minutos que nunca llegan, con los días que atentan y complotan a no venir.
Vacía, muriendo, aún esperando, y cansada...
Cansada del mismo ritual diario de ir y venir sin siquiera moverme. Cansada de esperar a aquel que me salve de toda esta monotonía. Cansada de arreglar mi corazón. Cansada de que sea excesiva la burla de los demás hacia mí.
Vacía, muriendo, aún esperando, cansada y adormecida... porque la realidad me aburre, me atormenta y me debilita. Adormecida, porque así no sufro tan cruelmente la ausencia de muchos, y la presencia de otros. Adormecida porque de esa forma puedo fantasear una salida mejor. Adormecida porque así se calma a las bestias...
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